VALENCIA.- Si hubo algo que diferenció al Real Madrid y al Valencia fue la fe. Ni las alineaciones ni los sistemas ni las actuaciones individuales, que las hubo brillantes y fantasmales. Se impuso el equipo que nunca bajó los brazos y que le imprimió a esta Supercopa la intensidad y la ilusión que requiere el primer título de la temporada. El final se escribirá en el Bernabéu, pero para Mestalla, el premio ya es saber que, con estos mimbres, no se repetirá la agonía.
El Valencia necesitaba demostrar que ha hecho borrón y cuenta nueva y el Real Madrid que, aunque le falta rodaje y fútbol, tiene intención de volver a mandar cuando la Liga arranque. Y lo hizo en la primera parte con las mismas armas que le convirtieron en campeón: un portero de leyenda y una precisión envidiable en ataque.
El equipo de Schuster no se paseó por Mestalla en ningún momento. No tuvo la pelota tanto como le gusta, se sintió acosado por el Valencia y apenas pisó el área. Pero le bastó con que apareciera por un instante De la Red para poner un balón al pie del Van Nistelrooy que el holandés mandó a la red. A Hildebrand le faltaron reflejos, los que sí tuvo Casillas para atajar un disparo de Villa unos minutos antes.
En el minuto 13, el Madrid ya tenía el partido como le gusta, pero el premio era excesivo. La mitad de sus jugadores estaban desaparecidos, el peso del juego lo llevaba el Valencia y le costaba llegar al área rival. Raúl apenas tocaba el balón y Robinho deambuló durante toda la primera parte. Pero si hay algo que el Real Madrid es vivir con un resultado a favor.
Su defensa era de circunstancias que aguantó arreones. Salgado sufrió por la explosividad de Mata y Silva, pero estuvo bien auxiliado por Javi García. Heinze se mantuvo firme ante Villa, siempre al borde del área, y del fuera de juego, y a Torres no le costó frenar a Joaquín.
Aunque al equipo de Emery le faltó algo de lucidez en ataque, su Valencia mostró buenas ideas que irán cuajando con la competición. En Mestalla se ha pasado la página de Koeman –que sólo dejó de bueno la posibilidad de disputar esta Supercopa– e incluso la de Quique. Se ha recuperado la esperanza, el desparpajo y, sobre todo, el fútbol. Emery hereda una plantilla sin apenas retoques y curtida en buenos y malos momentos, pero su principal logro ha sido imponer cordura y sensatez.
Su equipo estuvo junto, solidario y ambicioso pero, sobre todo, recuperó la fe en sí mismo. Sólo se trataba de poner orden.
Albelda y Baraja ordenaron al equipo como antaño y la magia de tres jugadores como Mata, Silva y Villa fue suficiente para darle la vuelta al marcador. El equipo tiene los mejores recursos en ataque de la última década y, por primera vez desde que acabó la era Benítez, no bajó los brazos, trató de explotarlos. Mata aprovechó un centro de Albelda, el pulmón recuperado para la causa, para igualar el marcador.
Quien fuera el mejor delantero de la cantera madridista ha explotado en la banda izquierda del Valencia. Tres minutos después fue Villa quien obtuvo el premio. Por si Schuster sigue pensando en él como refuerzo para su delantera, le envió dos mensajes: que sigue siendo tan letal como en la Eurocopa y que no tiene intención de moverse de Mestalla.
Hubo que hacer un tachón en la epopeya valencianista cuando Robben saltó al campo con la energía suficiente como para buscar la línea de fondo y colocar un balón al punto de penalti que Van Nisterooy no dejó escapar. El holandés fue el único jugador que cumplió con creces.
Pero con el empate no todo estaba escrito. Schuster trató de taponar las vías de agua que su equipo tuvo durante todo el partido. Sacó del campo a Salgado, a quien está a punto de atropellarle el fútbol, a Raúl, desdibujado, y a Robinho, que parecía que tuviera la mente puesta en Stamford Bridge pese a todo el cariño que le dio el alemán. Los intentos del alemán, quizá a destiempo, no fueron suficientes para no irse derrotado.
En el tramo final del partido, Torres evitó que Pablo Hernández empujara una pelota con Casillas batido. Quien no perdonó fue Vicente. Buscó a Silva para hilvanar una jugada y persiguió el balón en el área hasta que tuvo su premio, un gol que le sabe a gloria y le da ventaja en la pelea por el primer título.
Textos e imágenes tomados del periódico online elmundo.es
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